El próximo día 10 de junio tendrá lugar en Agen (Francia) la beatificación de nuestra madre fundadora Adela de Batz de Trenquelléon (1789-1828).
Pero, ¿qué es una beatificación?
La Iglesia reconoce la santidad de algunos de sus miembros cuando sus vidas muestran que Jesús, su Palabra y la entrega a la misión de extender el Evangelio ha sido el centro de su existencia. Su relación con Dios los fue transformando gradualmente, a pesar de sus limitaciones humanas. La vida de Adela fue un continuo camino ascendente hacia la santidad porque desde muy pequeña trató de entregarse a Dios sirviendo a los demás.
El primer paso del proceso hacia el reconocimiento de la santidad es mirar en el desarrollo de una vida la profundidad de su relación con Dios: es el reconocimiento de las virtudes heroicas. Se trata de mostrar que ha vivido la fe, la esperanza y la caridad y que ha demostrado fortaleza mental, prudencia, templanza y justicia (virtudes cardinales). La Madre Adela fue reconocida venerable el 5 de junio de 1986 por el Papa Pablo VI.
El segundo paso ha sido el reconocimiento de un milagro de Madre Adela. Por ello el Papa Francisco firmó el pasado 4 de mayo de 2017 el decreto de su beatificación. La intercesión de Adela ante el Señor produjo la curación de sor Michaela Messina, hermana marianista, cuya enfermedad muy grave y mortal tuvo una curación rápida, completa y duradera. Acontecimiento inexplicable científicamente, una cura imposible de acuerdo con los conocimientos de la medicina actual.
La beatificación de Madre Adela nos ofrece un modelo de santidad en el seguimiento de Jesús, un testimonio de vida para toda la familia marianista, para la Iglesia y para el mundo. Este acontecimiento nos invita hoy a nosotros a conocer su historia personal que al converger con la del Padre Chaminade dio lugar al don del carisma marianista y al nacimiento de esta gran familia de María a la que todos pertenecemos.