Cuatro de la mañana, punto de encuentro: el colegio. Bostezos, sueño, ojeras, despedidas de última hora… Pero sobre todo ilusión por todo lo que estaba por llegar. Continuamos con dos horas de avión y unas cuantas de tren. Transbordos, carreras para coger el tren, risas españolas en medio de la seriedad reinante,…
Llegada a Tübingen, primer contacto con los compañeros. Miedos, sonrisas nerviosas, expectación ante lo que se iban a encontrar, abrazos y apretones de manos…Por fin llega el primer momento en común, una merienda preparada por los alumnos alemanes en el colegio, con productos típicos de la zona: tarta de chocolate, hojaldres de varios tipos y el clásico brezel, cuyo sabor inicial, aunque en un principio pueda parecernos desconcertante, termina conquistando nuestro paladar.
¡¡¡Es imparable!!!
Ahora solo queda disfrutar de todas las grandes experiencias que nos va a brindar estos días de convivencia. ¡Esto ya está en movimiento!