La ciudad de Tübingen nos ha recibido con los brazos abiertos. Pasear por ella te lleva a un mundo de fantasía, donde esperas encontrar siempre un hada detrás de alguna de las flores que llenan sus rincones, o un duende travieso que cambia el nombre de las calles para que te pierdas en ellas.
La lluvia forma parte de su encanto. Menos mal que hemos incluido el paraguas en nuestro equipaje. Los rayos de sol dan paso a chubascos intermitentes que nos recuerdan el porqué de este paisaje tan verde.